Un día en la vida de un teletrabajador

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Existe el falso mito de que los freelance trabajan más horas y hasta más tarde que el resto de los asalariados mortales. Es una más de las creencias derivadas de la desinformación de una sociedad que nunca ha teletrabajado, por lo que apenas puede hablar con propiedad de la realidad de esta vertiente laboral. Partamos de la base que entre cafés, pausas para fumar, almuerzos, conversaciones con compañeros y tiempo perdido cuando se han finalizado las tareas del día, un empleado medio pierde tres horas y media en cada jornada. Es decir, 700 horas al año. ¡700 horas al año! Hay gente que le dice a los autónomos ‘ayer te vi conectado a las once de la noche’. Y es posible que sea así. Pero lo que no sabe es que mientras él no podía salir de su cubículo, nosotros usábamos la tarde entera para jugar con nuestros hijos, hacer deporte, ir a la compra, ver series o tomar cervezas con los amigos.

Los horarios del teletrabajador

Una de las claves de trabajar desde casa, y más si se tienen hijos, es asumir que el horario se deslinealiza. Que no vamos a trabajar seguido, algo que podría parecer contraproducente y que sin embargo es totalmente contrario a lo que opinan la mayoría de las personas. Cuando tienes bloques de una hora u hora y media para mandar correos, realizar informes, contestar WhatsApp o hacer llamadas a clientes o proveedores, eres perfectamente consciente de que debes aprovechar ese tiempo. Y haciéndolo demuestras dos cosas: que se puede trabajar más rápido pero exactamente igual de bien  y que no hacen falta jornadas de ocho horas. Cuando uno tiene objetivos diarios y los cumple, no debería seguir delante del ordenador. Al fin y al cabo, ya ha realizado la faena por la que le pagan. Nadie le dice en cuánto tiempo debe hacerla, sino simplemente que tiene que concluirla. Y lo ha hecho. Punto. También es cierto que el 95% de la población nunca ha trabajado en su casa y, por lo tanto, no sería efectiva inmediatamente. No pasa nada. Para eso está el blog de Nubelo o algunos libros escritos a tal efecto. Pero, una vez pasada la fase inicial, donde hay que planificarse como si de un horario cerrado se tratara tanto las cosas personales como profesionales, la costumbre y el conocimiento de nuestras capacidades nos lleva a ser más laxos. Y, en consecuencia, a disfrutar más del día.

Mi día a día como Teletrabajador

Sirva el ejemplo que voy a poner como orientativo, si bien cada una de mis jornadas laborales es distinta a la anterior. Pero puede percibirse claramente que, aun con un horario deslinealizado, las obligaciones están cumplidas. Y, al tiempo, la satisfacción personal es tan grande que invita a seguir trabajando de esta manera. Me levanto a las 7:15. Desayuno tranquilamente mientras me informo leyendo la prensa por Internet. Despertamos a mi hija. Le doy de desayunar y la llevo a la guardería, donde entra a las 9. 15. Minutos más tarde estoy tomando un bocadillo con un amigo, que me aporta personal y profesionalmente (algo que con los compañeros de oficina deja de ocurrir a medida que pasa el tiempo). A las 10:15 vuelvo a casa para mandar mails, realizar informes, generar contenido para las redes sociales y planificar acciones futuras (esa hora y media desconecto los datos del móvil. Si hay una urgencia, siempre llaman. Siempre). A las 11:45 aprovecho los 15 minutos de camino a la guardería para hacer llamadas. Vuelvo a casa a las 12:15 y mientras mi mujer da de comer a la nena trabajo 45 minutos más. A las 12 me voy a correr (hacer ejercicio es fundamental para vaciar la mente y que acudan nuevas ideas). Duchado a las 13:30, como y a las 14:45 vuelvo a ir a la guardería. De 15:15 a 16:30 leo y descanso. Hasta las 18 vuelvo a trabajar en otra tanda. Y luego, depende del día, elijo: voy al parque con mi hija hasta las ocho (cuando le damos de cenar y la dormimos a las 9:30), hago la compra, quedo a tomar algo o simplemente hago lo que hacen las demás personas: ver pelis, series, tirarme en el sofá… Hay veces que tengo que hacer algo extra y, mientras hacemos la cena, uso una hora extra de 21 a 22. Pero ahí apago los datos del móvil hasta el día siguiente. Porque ningún correo ni WhatsApp es tan importante como para no poder esperar a la mañana siguiente. Trabaja protegido Y tú, ¿cómo trabajas?

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